Faraón
 egipcio de la XVIII dinastía,  Tutankamón era yerno del faraón 
Akenatón, que murió sin dejar hijos varones; por ello le sucedieron sus 
yernos, Semenkera y Tutankamón; este último, hermano del anterior, 
accedió al Trono hacia el 1360 a. C. De hecho, hasta la muerte de su 
suegro, Tutankamón llevó el nombre de Tutankatón, en honor del dios 
solar Atón cuyo culto había impulsado Akenatón con carácter casi 
monoteísta.
Tres años después de acceder al Trono, el
 nuevo faraón restableció el culto tradicional y, consiguientemente, el 
poderío de los sacerdotes de Amón, seriamente debilitado en el reinado 
anterior; al mismo tiempo, devolvió la capitalidad a Tebas, abandonando 
la capital creada por Akenatón en Amarna; y para simbolizar estos 
cambios, sustituyó su propio nombre por el de Tutankamón (que significa 
«la viva imagen de Amón).
El reinado de 
Tutankamón no tuvo otro significado que este restablecimiento del orden 
tradicional del Egipto faraónico, bajo la influencia de los sacerdotes y
 generales conservadores. Tutankamón murió cuando sólo contaba 18 años y
 llevaba seis de reinado, probablemente en un motín palaciego. Debe su 
fama a que su tumba fue la única sepultura del Valle de los Reyes que 
llegó sin saquear hasta la edad contemporánea; su descubrimiento por 
Howard Carter en 1922 constituyó un acontecimiento arqueológico mundial,
 mostrando el esplendor y la riqueza de las tumbas reales.
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